domingo, 14 de noviembre de 2010

¿Qué te inspira Turner?


Luz de luna, estudio en Millbank

-Intimidad
-Misterio, penumbra
-Calma, embalsamiento
-Quietud
-Iluminación, localidad
-Destino, horizonte

Desde el barco que se acerca a la orilla, en la penumbra de la noche, el foco nocturno que actúa como faro guía, ilumina un mar en calma. La quietud de la ciudad ya dormida, acostada bajo la oscura noche, es desvelada en el puerto, hacia donde el destino llevará a los marineros. Mientras, observaba la sutil escena, y lo misterioso del momento, cada vez más cerca, más cerca de pisar tierra firme y adentrarme en el misterio de esta noche clara de luna llena, luna que reinaba en el cielo, iluminando el horizonte.



Arenal de Calais, marea baja, pescadores recogiendo cebo

Como todos los veranos, sin faltar a nuestra cita, acudimos a la orilla del mar. Entre mano y mano, las conchas y las caracolas se agrupaban y parecían desbordarse, hasta que caían en el saco, con ese chasquido tan peculiar, que demostraba el trabajo bien hecho. De sol a sol, y solo con el sonido del mar como acompañante pasábamos las horas. El agua cubría nuestros pies, y aunque la actividad la realizábamos demasiados, la soledad personal y los continuos momentos de reflexión eran uno de mis ratos preferidos durante el verano. Luego, cuando la falta de luz nos impedía seguir nos retirábamos, llegando algunos a la arena, otros al pueblo, pero yo siempre esperaba este momento del día, me sentaba en una roca cercana a la orilla, que todavía estaba bañada por la marea, y distribuía las piezas en mi falda, seleccionando las más bonitas, peculiares o distintas, aunque eso si, de aquellas canchas y caracolas que llamasen la atención con el paso de los años no encontraba tantas.



Venecia desde el pórtico de la Madonna della Salute

Venecia bajo mis pies, acababa de llegar y la cuidad ya me invitaba a fundirme con ella. Sus calles y sus canales, con la luz y los turistas, me decían algo especial, estos días no serian iguales a ningunos otros. El tiempo acompañaba y mi situación personal deseaba olvidarse de lo pasado e impregnarse de un futuro con acento italiana. Dejarme caer por los mejores y los peores lugares, sin pensar en el mañana, ni en el ayer, y dejando de sufrir. Y allí estaba solo, mirando bajo el pórtico como la ciudad discurría entre agua y tierra, y como la gente seguía con sus vidas como un día cualquiera. Se me acercó un señor invitándome a montar en su góndola, con la mayor intención de captar clientela, sin embargo, no negué la oferta y con el me adentré en mi aventura. Pasamos entre barcos y barquitos, y con el paseo me fui dando cuenta de lo que era aquella ciudad. Sin duda el ajetreo de estos días no era en común, pronto llegaría el famoso carnaval y todos caminaban de acá para allá con miles de planes, citas y recados que cumplir. Pero yo por otro lado sin planes fijos, me disponía a disfrutar de mi nueva vida, y con ello mi nueva identidad.



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